En la costa de Canelones, especialmente en el entorno del Campamento Emanuel en Guazuvirá, se encuentran en abundancia...
Como un padre se compadece de sus hijos,
así se compadece el Señor de los que le reverencian.
Porque Él conoce nuestra estructura,
se acuerda de que somos solo polvo.
El hombre, como la hierba son sus días;
como la flor del campo, así florece;
cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser,
y su lugar ya no la reconoce.
Mas la misericordia del Señor es desde la eternidad
hasta la eternidad,
para los que le reverencian
y su justicia para los hijos de los hijos,
para los que guardan su pacto
y se acuerdan de sus preceptos para cumplirlos...
(Salmo 103)
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