Al SEÑOR esperé pacientemente,
y Él se inclinó a mí
y oyó mi clamor.
Me sacó del hoyo de la destrucción,
del lodo cenagoso;
Asentó mis pies sobre una roca
y afirmó mis pasos.
Puso en mi boca un cántico nuevo,
un canto de alabanza a nuestro Dios;
Muchos verán esto, y temerán,
y confiarán en el SEÑOR.
Cuán bienaventurado es el hombre
que ha puesto en el SEÑOR
su confianza...
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