El desafío se trata de compartir un pasaje favorito de la Biblia. En realidad, voy a compartir dos pasajes en que he estado meditando en estos días – porque el desánimo es para mí “el pecado que tan facilmente [me] envuelve…”
Puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos [en el contexto del capítulo 11], despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia [perseverancia] la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador [perfeccionador] de la fe, quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Considerad, pues, a aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni os desaniméis en vuestro corazón…
(Hebreos 12)
“Considerad, pues, a Aquel...para que no os canséis ni os desaniméis…”
¿No sabéis? ¿No habéis oído?
¿No os lo han anunciado desde el principio?
¿No lo habéis entendido desde la fundación de la tierra?
El es el que está sentado sobre la redondez de la tierra,
cuyos habitantes son como langostas;
El es el que extiende los cielos como una cortina
y los despliega como una tienda para morar.
El es el que reduce a la nada a los gobernantes,
y hace insignificantes a los jueces de la tierra.
Apenas han sido plantados,
apenas han sido sembrados,
apenas ha arraigado en la tierra su tallo,
cuando El sopla sobre ellos, y se secan,
y la tempestad como hojarasca se los lleva.
¿A quién, pues, me haréis semejante
para que yo sea su igual? —dice el Santo.
Alzad a lo alto vuestros ojos
y ved quién ha creado estos astros:
el que hace salir en orden a su ejército,
y a todos llama por su nombre.
Por la grandeza de su fuerza y la fortaleza de su poder
no falta ni uno.
¿Por qué dices, Jacob, y afirmas, Israel:
Escondido está mi camino del Señor,
y mi derecho pasa inadvertido a mi Dios?
¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído?
El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la tierra
no se fatiga ni se cansa.
Su entendimiento es inescrutable.
El da fuerzas al fatigado,
y al que no tiene fuerzas, aumenta el vigor.
Aun los mancebos se fatigan y se cansan,
y los jóvenes tropiezan y vacilan,
pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas;
se remontarán con alas como las águilas,
correrán y no se cansarán,
caminarán y no se fatigarán.
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