Sonidos Serranos

Sonidos Serranos: Sounds of the Sierras...
Reflecting some of my family's interests: God's wonderful creation (especially mountains and hills!), music, and language...

Psalm 121:1-2 (NASB)

I will lift up my eyes to the mountains;
From where shall my help come?
My help comes from the LORD,
Who made heaven and earth.

23 October 2014

“Sometimiento a Dios y sometimiento al estado”

12 de junio, 2005 por John Piper
Escritura: Romanos 13:1-7
Tema: Gobierno
Serie: Romanos: La Carta más Grandiosa Jamás Escrita

Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación. Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella, pues es para ti un ministro de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues ministro es de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo. Por tanto, es necesario someterse, no sólo por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto también pagáis impuestos, porque los gobernantes son servidores de Dios, dedicados precisamente a esto. Pagad a todos lo que debáis; al que impuesto, impuesto; al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor.

Al comenzar nuestro octavo año juntos en el libro de Romanos, sigo estando asombrado ante la majestad del mensaje de este libro. Nos movemos de un majestuoso tema a otro y nuestras mentes, corazones y vidas son despegadas de la trivialidad y la banalidad de la vida norteamericana—especialmente como se la ve en la televisión. Trasladarse de la cultura norteamericana al libro de Romanos es como ir del Buck Hill en Burnsville al Monte Everest en Nepal.

William Tyndale y Romanos

Estoy leyendo una biografía muy buena escrita por David Daniell sobre William Tyndale, quien fue quemado en la hoguera por traducir el Nuevo Testamento del griego al inglés en 1526. Tyndale había sido despertado a la gloria del evangelio de Cristo al leer el Nuevo Testamento griego (especialmente Romanos) por sí mismo en vez de hacerlo a través de los lentes ceremoniales, sacramentales y legalistas de la Iglesia Católica Romana medieval y de las erróneas traducciones de la Biblia en Latín (ej. “penitencia” por el término griego metanoia en lugar de “arrepentimiento”). La biografía contrasta a Tyndale con su famoso contemporáneo, Erasmo, que amaba la nueva enseñanza humanista de la época y publicó el primer Nuevo Testamento griego impreso y escribió libros muy conocidos sobre temas religiosos.

Sin embargo, existían enormes diferencias entre Tyndale y Erasmo. Hasta donde podemos decir, Erasmo nunca vio las doctrinas centrales del evangelio que liberaron a Lutero, Calvino, Zwingli, Tyndale y otros tantos miles. A pesar de todo su aprendizaje bíblico, hubo una gran omisión en los escritos y pensamientos y creencias de Erasmo. Él nunca escribió nada sustancial sobre la carta de Pablo a los Romanos. (“No tenemos nada de Erasmo sobre Romanos”.)1 Este era el libro peligroso. Este era el libro que más completa y más inconfundiblemente interpretaba el significado de Cristo y de su muerte y resurrección para justificar a los pecadores solo por la fe. Este era el libro que la gente común de Inglaterra no debía leer por sí misma, aun si, para evitarlo, fuera necesario que la iglesia dominante quemara a gente en la hoguera.

Cuando el libro de Romanos fue leído con ojos claros, estalló del todo al sistema del Catolicismo Romano—y la Reforma nació. El purgatorio estalló. La práctica de penitencias estalló. Las indulgencias estallaron. La regeneración bautismal estalló. La infalibilidad papal igualada con las Escrituras, la transubstanciación eucarística, el sacerdotalismo, la tesorería de los méritos, la función mediadora de María, y así sucesivamente. Romanos y Gálatas debían ser evitados a todo costo, y la traducción de la Biblia al simple y claro inglés de la época se volvió en crimen capital, castigable con ser quemado en la hoguera.

Pero no se puede esconder el Monte Everest para siempre. Dios ha sido muy misericordioso con el mundo y con nosotros. Romanos y la Biblia entera—la preciosa Palabra de Dios—está disponible en inglés y en cientos de otros idiomas comunes. No me siento muy competente ahora que seguimos adelante con el capítulo 13. Y espero que oren por mí para que no edifique con madera, heno y paja en este púlpito, sino con oro, plata y piedras preciosas.

Dios ha establecido todos los gobiernos

Nos llevará dos o tres mensajes para tratar con Romanos 13:1-7. Aquí está de nuevo uno de esos grandes temas —los grandes asuntos del mundo— que nos aleja de los pensamientos ordinarios. Aquí está el tema de que Dios estableció todos los gobiernos del mundo de hoy y todos los que haya habido en la historia del mundo y, por implicación, su soberana destrucción de todo gobierno que haya dejado de existir en el mundo. Versículo 1: “No hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas”. Y derivándose de este tema está el tema de nuestra relación con el gobierno ya sea que vivamos en Boston o Bagdad, Irlanda del Norte o Corea del Norte.
Este texto tiene implicaciones para la guerra y la paz, para los dictadores y el totalitarismo, para campos de concentración y los gulag, para rebeliones y revoluciones, para leyes y sus aplicaciones, para el activismo político y la desobediencia civil, para elecciones y cabildeos, para el votar y el pagar impuestos, para el límite de velocidad y el cinturón de seguridad, para las señales de pare y las sillas de bebé. Este no es un texto poco importante. Es uno de esos picos de montaña del libro de Romanos que hace que el lector se maree con sus implicaciones.

¿Por qué trata este tema Pablo?

Aquí está nuestra primera pregunta: ¿Por qué trata Pablo el tema de la autoridad gobernante? Si ustedes habían estado leyendo Romanos 12, ¿habrían esperado que él diera este giro en el capítulo 13? ¿Había algo que él había dicho o algo que estaba ocurriendo en Roma que hizo de esto un tema crucial? Existen varias razones generales por las cuales es necesario tratar este asunto, y hay dos situaciones específicas que hacen que este asunto sea crucial.

1. En Romanos 12:2 Pablo había dicho: “No os adaptéis a este mundo”. Este mandamiento fundamental puso a la iglesia en camino a confrontarse con la sociedad secular. Ustedes recordarán que dijimos que hay una tensión en el Nuevo Testamento entre el “principio peregrino” (“No os conforméis a este siglo”) y el “principio autóctono” (“a todos me he hecho todo” 1 Corintios 9:22). Estamos aquí en este mundo y debemos, hasta cierta medida, adaptarnos a la cultura donde vivimos. Pero somos ciudadanos del cielo (Filipenses 3:20) y debemos hacer que la vida contracultural en Cristo sea conocida en este mundo.

Así que surgiría naturalmente esta pregunta en la iglesia en Roma: ¿Qué debemos pensar acerca del César? ¿Lo apoyamos o no? ¿Cómo obran el “principio peregrino” y el “principio autóctono” en relación a la autoridad civil? La pregunta le fue planteada a Jesús (Marcos 12:13-17) y ahora le es planteada a Pablo también.

2. Otra razón por la cual surge la cuestión de la autoridad civil viene de Romanos 8:34-39. Pablo había dicho: “[Cristo] resucitó…[y] está a la diestra de Dios”. El asunto del César no es un asunto indeterminado en cuanto a Dios y el gobierno, compartido, por ejemplo, con el Islam y el judaísmo. El asunto para los cristianos es supremamente: Jesucristo. Cuando él resucitó de la muerte, él dijo en Mateo 28:18: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra”. Eso incluye todos los gobiernos en el mundo. La confesión “¡Jesús es el Señor!” era una declaración política. Su señorío está por encima del señorío del César. Es por eso que mataron a Jesús. Las multitudes intimidaron a Pilato con las palabras: “No tenemos más rey que el César” (Juan 19:15). “¡Estos seguidores de Jesús tienen otro rey! Son subversivos, traicioneros.” Y cuando él resucitó se dio a conocer como “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:16; 17:14) o sea, Rey por encima de todos los reyes terrenales. Así que cuando Pablo dice: “No hay autoridad sino de Dios”, no está hablando solamente de Dios el Padre, sino de Dios el Hijo también. Los cristianos saben que cualquier autoridad que es dada al hombre fue dada primero a Jesucristo.

Pero entonces leemos en Romanos 8:35-38 que los fieles súbditos del Rey Jesús “somos puestos a muerte todo el día” por la “espada”—la espada de Romanos 13:4, la espada del estado. Después leemos que “ni la muerte, ni la vida, ni ángeles…ni los poderes [¡los gobernantes de Romanos 13:3!]...nos podrá[n] separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Y cuando leemos esto, nos preguntamos: ¿Cómo nos relacionamos con gobernantes que masacran a cristianos? ¿Cómo es que Dios—cómo es que el Cristo resucitado—se relaciona con gobernantes que tratan a cristianos como “ovejas para el matadero”? Romanos 13:1-7 no sale de la nada.

3. Otra razón por la cual surge la cuestión de la autoridad civil se encuentra en los versículos inmediatamente anteriores (en el capítulo 12). El capítulo comienza con las misericordias de Dios—“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios”—y llega al clímax con un llamado repetitivo a una vida de misericordia. Versículo 9: “El amor sea sin hipocresía”. Versículo 13: “…contribuyendo para las necesidades de los santos”. Versículo 14: “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis”. Versículo 17: “Nunca paguéis a nadie mal por mal”. Versículo 19: “Amados, nunca os venguéis vosotros mismos”. Versículo 20: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer”.

Y la belleza de esa misericordia nos deja casi sin aliento y, no obstante, con la pregunta: ¿En serio, Pablo? ¿Es eso todo lo que tienes que decir acerca de cómo funciona la vida y cómo debe ser manejado el mal en el mundo? Y Pablo responde: No, eso no es todo lo que tengo que decir. Y eso no es todo lo que ustedes necesitan saber acerca de cómo se maneja el mal en el mundo. Y escribe Romanos 13:1-7.

4. Además de estas tres razones generales con las que Pablo trata la autoridad gobernante en Romanos 13, hay dos situaciones específicas que probablemente tiene la intención de abordar. La primera se ve en los versículos 6 y 7. Todo es general hasta que llega aquí: sométanse, no resistan, hagan lo bueno, apártense de lo malo. Eso es lo que vemos hasta que llegamos al versículo 6. Entonces Pablo especifica:

Pues por esto también pagáis impuestos, porque los gobernantes son servidores de Dios, dedicados precisamente a esto. Pagad a todos lo que debáis; al que impuesto, impuesto; al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor.
Así que, de toda clase de comportamiento que Pablo pudiera haber usado para ilustrar el sometimiento, él usa el pagar impuestos. Así que supongo que necesitaba una mención especial, junto con el respeto y el honor. El tema nunca se fue. Los líderes judíos le habían preguntado a Jesús: “¿Es lícito pagar impuesto al César, o no? ¿Pagaremos o no pagaremos?” (Marcos 12:14-15) Jesús había contestado: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. (Marcos 12:17) Y aquí nos encontramos, 20 años más tarde, con la necesidad de abordar la misma cuestión. Pablo, ¿debemos pagar impuestos a gobiernos seculares que niegan a Cristo? La respuesta: Sí, deben hacerlo.

5. La otra situación específica que puede haber dado pie a Romanos 13:1-7 se ve en Hechos 18:2. “Y [Pablo] se encontró con un judío que se llamaba Aquila, natural del Ponto, quien acababa de llegar de Italia con Priscila su mujer, pues Claudio había ordenado a todos los judíos que salieran de Roma”. Esa expulsión de judíos había incluido a judíos cristianos. Y puede ser que la expulsión haya occurido debido a un comportamiento de insubordinación. Romanos fue escrito cerca de 55 d.C. y esta expulsión ocurrió más o menos cinco años antes (según F. F. Bruce, The Book of Acts, p. 368). Así que Pablo, en conversación con Priscila y Aquila, sería muy sensible a la polémica de relaciones iglesia-estado.

¿Incluye esto a los gobernantes malos?

Ahora bien, todos sabemos que aquí hay preguntas muy difíciles de responder. Cuando dice de nuevo en el versículo 1 que “no hay autoridad sino de Dios”, ¿incluye a los gobernantes malos? Cuando dice en el versículo 1 que debemos someternos a las autoridades civiles, ¿significa siempre y no importa qué? Cuando dice en el versículo 3 que las autoridades civiles “no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal”, ¿es cierto siempre, o existen gobiernos que infunden terror a los de buena conducta? ¿Qué vamos a hacer con las declaraciones aparentemente absolutas de Pablo?

Eso es lo que vamos a hablar en las semanas venideras. Pero hoy simplemente quiero afirmar la enseñanza positiva que encontramos aquí, que debemos abrazar independientemente de cualquiera de esas otras preguntas.

La primera enseñanza, clara y positiva, es que las autoridades civiles son instituidas por Dios. Versículo 1: “No hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas”. Sabemos que esto incluye tanto a los malos gobernantes como a los buenos porque la Biblia cuenta de reyes malvados que Dios guió al oficio. Por ejemplo, Jeroboam fue uno de los reyes más malvados de Israel y 1 Reyes 12:15 describe así la intriga que lo colocó en su lugar: “Lo que había sucedido era del Señor”.

Y Nabucodonosor fue el rey babilónico pagano que destruyó Jerusalén. Y en Jeremías 27:6 Dios dice: “Ahora yo he puesto todas estas tierras en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, siervo mío”. Lo llama “siervo”, el mismo término por el rey que encontramos en Romanos 13:4 (“ministro es de Dios”).

¿Y que de Pilato, el gobernante que, por encima de todos los otros gobernantes, no recompensó la buena conducta, sino que castigó al único hombre perfecto que jamás haya existido? Cuando él le dijo a Jesús: “¿No sabes que tengo autoridad para soltarte, y que tengo autoridad para crucificarte? Jesús respondió: Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no te hubiera sido dada de arriba” (Juan 19:10-11). Así que Romanos 13:1 incluye a Pilato.

Pablo sabía, de Daniel 2:21, que “[Dios] quita reyes y pone reyes”—todos los reyes. Todos están bajo su control. Él los pone en su oficio y él los quita de ese oficio. Así que la respuesta es: Sí, Romanos 13:1 se aplica a todos los gobernantes, sean buenos o malos. “No hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas”.

Esto significa, tanto para los cristianos romanos como para nosotros hoy, que debemos aprender que la voluntad de Dios es gobernar el mundo humano por medio de autoridades civiles humanas. Este es el plan de Dios. El hombre no creó el gobierno. Dios lo creó. El hombre no lo sostiene. Lo sostiene Dios. La autoridad civil es la idea de Dios para esta era. Sí, no debemos conformarnos a este siglo. Sí, muchos de estos gobernantes matan a cristianos. Sí, les exigen impuestos y les sacan dinero—el dinero de Dios. Sí, vuestro estilo de vida debe ser misericordioso y no vengativo. Sí, les pueden exiliar y hacerles dejar Roma o cualquier otro lado. Y yo les digo, la autoridad civil es el instrumento escogido por Dios para gobernar el mundo de los hombres.

Sométanse a la autoridad civil en reverencia a Dios—no en reverencia al gobernante. Dios ha despojado a los gobernantes de su autoridad final. Eso es lo que significa el versículo uno. No son Dios. Dios es Dios. Cuando ustedes se someten, lo hacen por causa de Dios. “Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana” (1 Pedro 2:13-15). Y este Señor es el Señor Jesús resucitado, quien es el Rey de reyes y a quien toda autoridad en el cielo y en la tierra ha sido dada. En otras palabras, el no exceeder la velocidad legalmente establecida cuando manejamos es adoración cristiana.

La autoridad civil y la gracia común

Aquí está la segunda, clara enseñanza positiva de estos versículos: Cuando ustedes se someten por causa de Cristo a las autoridades civiles, recuerden que esta autoridad es un gran regalo de gracia común al mundo. Es bueno para nosotros. Una de las frases más importantes en el párrafo está en el versículo 4: “Es para ti un ministro de Dios para bien”. ¡Para bien! Qué maremoto de maldad irrumpiría sobre el mundo si no existieran autoridades civiles para controlar—aún autoridades civiles malas.

¡Cómo deberíamos dar gracias por el control que trae el gobierno sobre el mal! Consideren por contraste esta historia del Star Tribune del viernes (10 de junio, 2005, p. A3). Al otro lado de la frontera de Laredo, Texas está la ciudad de Nuevo Laredo, México. La ciudad ha perdido su autoridad civil y está gobernada por pandillas.

Alejandro Domínguez fue la única persona lo suficientemente valiente como para ser jefe de la policía. Solo horas después de que asumió el cargo, los asaltantes acribillaron su cuerpo con decenas de balas en esta ciudad sumida en el caos producido por la batalla territorial entre las dos bandas principales de narcotraficantes de México.

Las calles estaban prácticamente vacías el jueves, un día después del asesinato, con solamente un puñado de policías federales armados con rifles y armas automáticas...

“Estamos indefensos”, dijo la abogada Zorina Medrano en el Ayuntamiento. “Es obvio que los criminales están mejor organizados (que las autoridades). Enviaron al ejército nacional y ni siquiera ellos fueron respetados. ¿A quien más le podemos pedir ayuda?”

Esa es una pequeña imagen de lo que sería el mundo sin la gracia común de Dios al establecer la autoridad civil. ¿Qué harían si el 911 no contestara? ¿Si no existiera la policía? ¿Ni los bomberos? ¿Ni la guardia nacional? ¿Solamente miembros de pandillas, robando y matando sin restricción o retribución alguna? Mantengan esta imagen bien nítida en los ojos, y entonces lean el versículo cuatro: “[La autoridad civil] es para ti un ministro de Dios para bien”.

Demos gracias por la sabiduría y gracia de Dios por las cuales el mundo entero no es un enorme Nuevo Laredo. Y mientras tengamos una medida de paz—ya que siempre no será así—usémosla para el evangelio de la gloria de Cristo, el Cristo que gobierna al mundo.


1 David Daniell, William Tyndale: A Biography (New Haven: Yale University Press 1994), p. 162. [Si le gustaría aprender más acerca de William Tyndale, Iain Murray tiene disponible gratuitamente una excelente biografía.]

Traducción editada por Déborah Garwood Steel
El original se encuentra 
en inglés en DesiringGod.org

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